Salve Regina con Canto Catolico, dedicado a nuestras mujeres. Para nuestro 8M.
Feliz domingo a todos y feliz 8M a todas las mujeres del mundo. Hoy quiero dedicar este vídeo de la semana, un poco más tarde de lo normal a todas nuestras mujeres, tanto católicas como no.
Se ha hablado mucho de que la mujer, dentro de la Iglesia, está marginada, pero no es así. Hay una polémica lectura, en nuestro días, que Cristo nos manda lo siguiente:
«Mujeres amada y respetad a vuestros maridos, por que ellos son cabeza de vuestra familia. Maridos amad a vuestras mujeres, como Cristo ama a la Iglesia»
Y en los votos que tanto marido y mujer se dan cuando se unen en matrimonio «Te tomo a ti para amarte y respetarte en la salud y en la enfermedad. En la riqueza y en la pobreza. Hasta el fin de los días».
Cristo amó a su Iglesia, su esposa, hasta entregarse a la muerte por ella. Lo dio todo y ella le responde con amor. Así es como deben amar los hombres a sus mujeres, entregándolo todo por ellas. Como Cristo hizo. De esta manera, nuestras mujeres se saben amadas y respetadas.
¿Y como, marido y mujer se aman y respetan hasta el fin de los días?
Estos dos interrogantes y misterios, solo se pueden cumplir de una manera imperfecta, a través del amor de Dios. Sin Dios en nuestras vidas, vivimos lo que estamos viviendo en la actualidad.
Dios y Cristo, nos enseñan, que tanto el hombre y la mujer no son nada sin el otro. Los dos se complementan mutuamente. Los dos son la llave de la creación. Con la unión de los dos nace una nueva vida. Y se muestra el misterio de amor, de su amor, a todo el mundo. Con una unión firme e imperfecta hasta el fin de sus días.
Pero para todo ello, debemos reconocer que somos pecadores. Que no somos mejores que nuestras mujeres, ni superiores a ellas. Somos distintos. Y esto es sencillamente, maravilloso. Pues no nos amamos a nosotros mismos. No amamos a un reflejo de nosotros, como cuando amamos a uno de nuestro propio sexo. Amamos a otro, tan diferente y tan complementario, que nos sorprende que estemos juntos.
Este es el misterio, que el mundo no conoce. Nuestra mujeres quieren que se las trate con respeto e igualdad. Y los hombres no desean perder su posición de poder o privilegio, dentro de esta sociedad. Pero ambos se han olvidado de amarse. No han aprendido amarse, en medio de todas las dificultades, que la vida nos presenta. Y hay muchas y son muchas las dificultades y tentaciones que pueden separarnos del otro y mirarlo como objeto de deseo o posesión.
¿Como amar, si no nos hemos sentido amados, en lo profundo de nuestro ser. Cuando descubrimos quienes somos en realidad y nos escandalizamos de como somos?
¿Como amar, si solo sufrimos violencia, e injusticia, opresión y malos tratos, departe de una sociedad que se llama civilizada. Pero que vive a espaldas de las necesidades más básicas del hombre?
¿Y cuales son las necesidades más básicas de esta humanidad? El amor. Amarse de verdad. Pues a través de el amor, todo lo demás se desdibuja. Como se vive hoy en día en nuestra sociedad, se desdibuja y queda solo el signo de la Cruz. El signo visible, del amor infinito de Dios hacía todos nosotros. Hombres y mujeres.
No hay distinciones. Así que nosotros tampoco debemos hacer distinciones, ni creernos superiores al otro. Pues hombre y mujer se complementan y están condenados, por cadenas que van más allá de nuestra comprensión, de unirnos y buscarnos hasta que la muerte se nos lleve. Es nuestro sino.
Somos maravillosamente distintos. Tanto que nos vuelve loco el otro. Y en esa locura se encierra el misterio del amor, entre hombre y mujer. Es la clave para comprender que nos necesitamos mutuamente y sin el otro no somos nadie.
Y de ahí nace el respeto hacía nuestra mujeres y el amor, en un estado puro e imperfecto. Por que somos humanos y de carne y hueso. No somos como Jesús y nunca lo seremos.
Así que mis queridas mujeres, disfrutad de vuestro día. Por que es vuestro. Y pedidle a la Virgen María, vuestra madre y compañera de sufrimientos, en todos los aspectos, que os acompañe en vuestra vida y nos enseñe a todos amarnos y respetarnos. Como su Hijo nos dijo que debíamos hacer.
Gracias a las mujeres de mi vida, por estar ahí y por enseñarme tantas cosas, que desconocía. A todas vosotras va este canto de hoy y aquellas que no conozco y que sufren por todo el mundo. ¡Que la paz llege a vuestros corazones.
A todas vosotras va este Salve Regina de Canto Católico, cantado por una multitud de personas. Como muchas sois en este mundo. Gracias por ser madres y esposas y novias. Sin vosotras no se escribirian canciones de amor, ni se harían poemas sobre vosotras y lo que inspirais en los hombres.
Gracias por estar ahí siempre. La paz a todos.