Hola a todos y feliz viernes.
Hoy os traigo una canción, que es una oración en si y una alabanza a nuestro Dios y también, una reafirmación de quienes somos los católicos.
Amen es la canción de Athenas que he escogido para esta semana. Es una canción un poco antigua, en estos tiempos modernos acelerados, pero que expresa muy bien, quienes somos los cristianos.
Somos el pueblo que dice Amen a Dios. Y que significa Amen, «así sea». Somos el pueblo que acepta la voluntad de Dios en todo momento. Muchas veces con luchas internas o persecuciones, pero firmes al saber que estamos en el camino correcto.
Somos ese pueblo que no maldice a Dios por esta pandemia global del Covid-19. Ni le pedimos cuentas si perdemos el trabajo o no soportamos más la cuarentena.
Somos ese pueblo que busca a Dios en los lugares que el resto dice que no está. Pues nosotros sabemos que Dios está cerca de los que sufren y los humildes. Sabemos que nunca nos a dejado solos. Que desde que fuimos expulsados del paraíso, siempre a estado cerca, observándonos y compadeciéndonos.
Sabemos, por que tenemos experiencia de ello, que Dios está ahí oculto para todos, pero a la vista para aquellos que creen de verdad en él. Y esto implica, que en medio de esta sociedad, de todas las circunstancias que nos rodean, seamos esa luz que alumbra a la humanidad.
Que da reposo al inquieto, que sustenta al necesitado. Somos ese pueblo que no impone su voluntad, porque su voluntad es hacer la voluntad de Dios y esté desea que la humanidad entera sepa que él nos quiere y existe. Que no todo se acaba en esta vida.
Que nos espera, cuando cruzamos el umbral de la muerte, para descansar en sus brazos, de todas las fatigas y sufrimientos de este mundo.
Somos el pueblo que busca, lucha y corre hacia la vida eterna.
Por todo esto y mucho más, hoy os invito abrazar la fe. Acercarnos a Dios con el corazón humilde y decirle de corazón «solo soy un pobre pecador. Tu pobre creatura, hecha de barro, que tus manos formaste. Ten misericordia de mi». Y esperemos que Dios nos bendiga con su amor infinito.
¡La paz de Cristo se quede con vosotros!