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Pasa Señor tu mano sanadora.

Pasa Señor tu mano sanadora.

Pasa Señor tu mano sanadora. Vídeo de la semana con «Siervas»

Hola a todos y feliz viernes. Me a parecido correcto y oportuno poner este nuevo vídeo, en este inicio de año, en el que las noticias de la vacunación contra el Covid-19, no nos dan buenas noticias. Más bien nos muestran el caracter humano que tenemos y que venimos sufriendo.

En estos últimos días, estamos viendo como la vacunación contra el covid-19 viene acompañado con la mala gestión de las vacunas. Como políticos de todos los países y gente con más o menos influencia en el sector, se van vacunando, sin respetar el orden constituido para ello.

Estamos viendo, la realidad de la humanidad, que hemos estado viviendo durante este ultimo año, viendo aquellos que se saltan las medidas de seguridad. Que se resumen en una sola, lo único que me importa soy yo. Somos así.

Pero la realidad, es que la vacuna nos defenderá de este virus, pero hay algo de lo que no nos defenderá y es de nosotros mismos. Por eso este vídeo, en el cual quiero que reflexioneis sobre un tema.

¿Por qué Jesús curaba a los enfermos y después estos le seguían? Pues por que nadie lo había hecho antes. Más bien, lo habían dejado de lado. Así es como mucha gente se siente hoy, al tener que cerrar sus negocios o al tener que trabajar a pesar de estar contaminado con el covid. Por no hablar de aquellos que no tienen dinero para pagar factura y comprar alimentos. Esto está pasando en todos los países del mundo.

Ahora te pregunto a ti ¿De que te tiene que sanar Jesús durante esta pandemia? ¿Qué has visto en ti, durante este tiempo? Y verás que tu tambien necesitas ser sanado, como el resto de la sociedad y que por muchas vacunas que nos pongamos y desarrollemos, hay algo que no se puede sanar con medicinas y es el corazón. Nuestro corazón.

Por eso, elevamos en este día esta oración «Pasa Señor tu mano sanadora» y renuevanos por dentro. Por que estamos heridos de muerte por el sufrimiento de estos días.

Es hora de elevar nuestros ojos al cielo y contemplarle a él, a nuestro Padre del Cielo. Qué nos ha regalado el don de la vida, para poder disfrutar de este maravilloso mundo.

Desde lo profundo de nuestro ser, en ese momento de oración e intimidad, le pedimos «que él se sufrió por nosotros los azotes y sus santas manos fueron agujereadas por causa de nuestra debilidad. Pasa Señor tu mano sanadora por mi y los míos, mis vecinos y este mundo, para que ocurra ese milagro que todos esperamos, en lo más profundo de nuestro corazón. Y es que aparezca el amor, en nuestros corazones».

¡Que la paz de Dios, nuestro Padre, esté con vosotros!.

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